Allá por
el año 1998 cuando la escuché por primera vez, fue a escondidas de mis padres y
los padres de un amigo quien me la presentó en forma de tesoro secreto y
pecador, pues siendo niños, el tema de no decir groserías era la tendencia más
popular, popular porque todos las decíamos, todo consecuencia de la prohibición
impuesta por nuestros padres, pues con tal decreto nos enseñaron a nosotros los
niños, que se trataban de palabras que podían ofender, de carácter moral,
sucias y sobre todo bien pinches graciosas.
Mucho de
lo que uno aprende de niño va acompañado de un concepto propio de quien te lo
explica, en este caso, seguramente sin saberlo, los padres le recetan a sus
hijos un curso exprés y a veces intensivo (y hasta a punta de chanclasos) de
como ofender e insultar a alguien, esto en el momento justo que prohíben decir
ciertas palabras, pues sabido es que la palabra prohibir también significa
invitar, en ese sentido, los papás de ese tiempo no tenían precisamente un
sentido común muy brillante y desconocían por completo los principios de la
psicología inversa, producto claro de la propia educación que recibieron de sus
padres que si bien el dolor y traumas no terminaron de filtrar lo bueno y
desechar lo no bueno del todo, causando se repitieran viejos métodos de la
santa inquisición (y otros no tan gachos lo admito), no podemos culparlos por
sus métodos.
Recuerdo
un caso muy curioso donde un inocente y algo despistado compañero de salón de
aquellos viejos años de la primaria, se la pasaba repitiendo la palabra
“panocha” utilizándola como adjetivo calificativo a la menor provocación,
“Tienes cara de panocha juar juar juar” ”Pareces una panocha” “Hueles a
panocha” y sin sentidos así, y digo inocente porque estoy seguro que el chamaco
muy probablemente no sabía lo que decía, todo terminó después de una
intervención innecesariamente agresiva del profesor en turno quien lo castigó
con el peor de los castigos para un pequeño de tercer grado de primaria: “Mañana
me traes a tu mamá” (En términos generales claro, para mí el peor castigo era
“Te quedas sin recreo y mañana me traes a tu mamá” hacían buenas combinaciones
los gachos) no sin antes medio traumarlo con un sermón a grito y portazo
sobre no decir esa mala palabra por así tratarse de una grosería, pues al
parecer de esa forma el maestro conocía al órgano reproductor femenino, y
efectivamente era el maestro quien nos dotó de aquella información pues hasta
ese momento nosotros conocíamos a la vagina como la segunda cola de las niñas.
Este
personaje con cargo de profesor nos dio bastante en que pensar, pues como
vuelvo a repetir, esa prohibición entra inmediatamente en discordia con el
espíritu naturalmente libre de un niño, provocando que de manera inconsciente
uno desee hacer todo lo contrario por así emocionante que es, poniendo a prueba
ese carácter pillo a la espera de ser descubierto desobedeciendo, esto por ese
efecto natural e invitación a la rebeldía que viene siempre acompañada de
cualquier prohibición.
Pues al
cabo de unos días todas nuestras madrecitas tuvieron que asistir al salón pues
ya habíamos contaminado media escuela con dicha información y casualmente todos
ya utilizábamos dicha palabra para ofender sin siquiera saber el significado
real o impuesto, daba igual, nos la habían prohibido y había que utilizarla a
escondidas.
Cosa
curiosa la de aquel profesor pero completamente comprensible, digo, es un
efecto natural propio de la soberbia que germina en todo aquel individuo o
individua con cargo de profesor, donde, figurando tal puesto laboral o
sobrenombre, ven a todos sus semejantes como alumnos a quien EDUCAR:
- Que ¿En
qué trabajo? Soy maestro (Te voy a educar y enseñar)
En dicho
evento, yo tenía dos dudas muy contundentes en mi pequeño y –según mi maestro-
limitado cerebrito de niño, una era, ¿De dónde aprendió Guillermo la palabra
panocha? Y la otra, el profe, ¿no era más sencillo decirle a Guillermo que
panocha es el nombre típico de un pan de dulce característico de Aguascalientes
o de provincia? Quizás de este modo le quitaba toda hilaridad a la palabra y de
inmediato la dejaría de decir buscando otra de carácter lujurioso u ofensivo.
Al
parecer es necesario “UBICAR” al infante en el mismo nivel pecador, lujurioso,
enfermo, arcaico, vergonzoso y grosero de los adultos.
Es por
ello que fuimos de la generación más grosera que pudo haber, pero grosera en el
sentido hilarante –aquellos con padres y familia de condición conservadora lo
entenderán- a muchos con el tiempo se les quitó la necesidad de expresar una de
vez en vez o simplemente las sacaron de su léxico (al menos publica y
socialmente) pero a muchos otros pura verga que no, pues de cierto modo, se
aprende que no hay malas palabras o palabras sucias y que de hecho las palabras
no ofenden o lastiman, (en términos un tanto generales, pues realmente en
teoría todo léxico ya es sucio, perdimos la lengua sagrada y ahora todos
hablamos la lengua maldita de babel) yo creo, que ofenden y lastiman las
intenciones, cosas muy diferentes, pues a veces uno puede referirse a un
compañero o hasta un hermano con alguna de estas famosas palabras sin la menor
intención de ofenderle o lastimarle:
- Qué
onda pendejo ¿Cómo estás?
- Qué onda
puto, bien ¿y tú?
- Ps acá
valiendo verga
(Claro,
sin mencionar el famoso “albur” mexicano, que me parece la cosa más homosexual
que existe, algo contradictorio que se mantenga el gusto de esta práctica
particularmente en sectores intolerantes, pero se hace presente la misma
situación que con mi amiguito Guillermo y su palabra, ¿sabrán realmente lo que
se sugieren al “alburearse”?)
Una
experiencia muy significativa fue cuando en la casa de una querida amiga me
sorprendió escuchar que en una plática de lo más común su padre le respondió
con un “Oite pendeja” cosa que me sacó de cuadro por un momento hasta que la
chica carcajeo poniendo en evidencia la gran unión y confianza que hay en
ellos, no era para menos, una de las familias más unidas y hermosas que
conozco.
Por
supuesto que hay una línea muy delgada en esto pero ya depende de quién
vocifera, pues los hay quien utilizan este léxico para ofender y lastimar, pero
creo yo que lejos de ofendernos con una amenaza de esta índole, más bien habría
que sentir compasión por la limitada condición del que quiere tambalearnos con
palabras altisonantes.
Aunque
claro, también depende mucho de la seguridad y orgullo del receptor que se
puedan ver rebasadas por unas cuantas palabras que recuerden a su mamá, porque
ya hablamos del no te metas con mi madre, con mi madre patria sagrada, mi
patria lastimada, violada, prostituida, al borde del abismo, pero así les gusta
a los mexicanos, no te metas con mi patria o la guerra encontraras.
y
todavía sigo recibiendo represalias y comentarios negativos y agresivos por
sugerir cambiar el himno nacional mexicano en aquel escrito y video (que dicho
sea de paso, de himno nada tiene y de nación menos)
Quizás no
haga falta reiterar pero que va, tomaré de ejemplo los comediantes, y por más
señas al hilarante polo polo, quien con un característico estilo de comedia
utiliza este léxico para hacer reír a la gente, demostrando lo ya señalado, que
las famosas groserías no son más que palabras muertas y que todo cambia con tan
solo mirar las intenciones que hay detrás, en este caso las de hacerte reír,
muy diferente a un acto de lo más instintivo, rudimentario y despreciable, el
querer ofender o lastimar a alguien.
Volviendo
al lío.
Sin
entender mucho de lo que decía la letra de la canción (Gimme Tha Power) nos
limitábamos a reír al escuchar aquellas palabras llegando así un sentimiento de
libertad que nos quitaba esa pena y prohibición de hablar como se nos dé la
gana, sonando más esos temas que evocan rebeldía insulsa como “Puto” o “Chinga
tu madre” y que conste que así se llaman estas canciones, no se vaya a ofender
querido lector.
Así que a
Gimme tha power no le hacíamos mucho caso, todo cambio tiempo después al
comprender realmente qué estaban diciendo, pues ahora con las palabras
altisonantes relegadas a segundo plano donde carecen de importancia, la canción
me comunicaba un tema que estaba en todos los que me rodeaban y mejor dicho en
todo mi entorno, la impotencia nacional.
La
canción relata una realidad común en el mexicano, la de un gobierno viviendo en
el descaro, ladrón, corrupto y sin la menor dignidad, aprovechándose del sudor
del pueblo para mantener así una vida de placeres con desfalco, sin saber dar,
sin saber compartir, sin saber dirigir, sin saber gobernar, donde los impuestos
solo sirven para chingarse a los jodidos, que no mamen.
Por
supuesto que este tema fue tratado mucho antes por muchos más, comunicado de
diversas formas pues como dije ya, era una realidad que cual yugo carga el
mexicano y me atrevo a decir que a la fecha muchos sienten esa impotencia ante
las descaradas actitudes de los dirigentes (Que solo dirigen sus corruptos
intereses) provocando se genere de manera natural la idea de que México está
gobernado por idiotas, y es por esto, que esta rola me parece tan contundente,
pues refleja muy bien el hartazgo del pueblo trabajador, de ese que a pesar de
los daños le ofrece otra oportunidad a los que con promesas falsas les
condicionan alivio, solo para volver a darles la puñalada.
Lamentablemente
a Molotov les llegaron al precio y la gran ramera los ha fornicado, figurando
canciones de los más estúpidas y complacientes, nunca alcanzando o manteniendo
al menos ese espíritu rebelde hacia el sistema que tanto criticaron, donde sale
a relucir su falsa imagen que más allá de figurar rebeldía solo buscaban estar
en boca de todos, a que buenas mañas ¿verdad?, ahora malinterpretando sus
conceptos entregando melodías tan hipócritamente racistas como su hit “FRIJOLERO”
una carta de odio y racismo hacia los estadounidenses, apelando a la lastimera
y mediocre idea del mexicano holgazán “Es que ellos son bien racistas” “Es que
los gringos odian a los mexicanos”
De este
modo –y antes de- en “Gimme tha power” Molotov hace una invitación al “Ya
basta” de aquel gobierno nefasto y caduco, pero de una forma fresca y emotiva
con –se podría decir- un argumento, y no solo gritar basura al gobierno solo
porque sí, me parece de las pocas canciones de molotov donde se puede apreciar
un contenido que no sabe a “Redundancia” y curiosamente a la fecha sigue
sonando por dos razones, una que es, la añoranza, de que como producto de su
época, entristece saber que poco se ha avanzado en el tema, y pone en evidencia
un México, aun en sueños, aun dormido, y la otra por –como ya mencione- a la
fecha se sigue cargando –no todos claro- esa impotencia nacional, esto se puede
ver reflejado por ejemplo en las redes sociales, donde a la menor provocación
comienzan a vociferar basura contra el uno y contra el otro, todo esto porque
de cierto modo las redes sociales ofrecen está posibilidad, la de figurar
detrás de un falso perfil, muy triste por cierto que el anonimato sea su fuente
de valentía, pero en algún momento se dejará de vociferar y se comenzara a
comunicar de verdad pues, no puedes seguir siendo un ser vociferante todo el
tiempo, hay que avanzar, una pena que hoy por hoy este tema –Gimme tha Power-
siga sonando por esta segunda razón, que después de su salida hace casi 22
años, aquel que la suena se siga identificando con ella en el sentido práctico
de la impotencia nacional, dejando en evidencia la triste realidad de México y
su pueblo, donde sale a relucir esa comodidad que ofrece una venda en los ojos,
pues como ya he mencionado, es el pueblo reflejo de su gobierno y viceversa, es
el pueblo el que no quiere despertar de sus mil sueños, pero los tiempos
cambian, pues todos son guerreros natos y no hay retroceso, el despertar es
inevitable pues hacia allá se mueve todo, lento quizás, pero seguro, algún día
cambiaran, algún día cambiaran.
Recomiendo
Re-escuches la rola una vez más.
Muchas
Gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario